Pocas personas hemos vivido la experiencia de compartir largas horas de nuestras vidas junto a los caballos. Esta bella experiencia, es absolutamente un aprendizaje de vida, que deja huellas en tu actuar.
En mi caso personal, he visto un cambio en mi perspectiva, en mi posición dentro del mundo como ser humano. Te bajas de ese pedestal humanocentrico y logras adoptar una posición más simétrica con tu entorno. Dicha situación es la que genera la amplitud de conciencia, la responsabilidad por tus semejantes, que también son animales.
Se desarrolla una espiritualidad, conectada con todo lo que nos rodea, y una necesidad de volver a la naturaleza. Cuando comprendes que perteneces a la tierra, el cemento, el materialismo, y el consumismo, se vuelven una mentira.
